Hola de nuevo a "Ciencia para mi Abuela". Hoy vamos a hablar de la radiación, y de por qué no debe preocuparnos demasiado.
Comenzaremos. Normalmente se utiliza radiación para referirse a la radiación electromagnética. La radiación electromagnética es un tipo de ondas formadas por fotones. Dependiendo del tamaño de la onda y del tiempo que tardan, existen varias clases de ondas. Primero, las ondas más largas (menor frecuencia y mayor longitud de onda), que son las menos dañinas, son la onda larga, la onda media y la onda corta. La onda corta es la que mide un metro.
Después de ese tipo de ondas, están las microondas, que tienen diversas funciones, dependiendo de la frecuencia y la amplitud. Están las ondas de telecomunicaciones, que tienen una longitud de onda de entre 20 y 50 cm. En esas longitudes y sus respectivas frecuencias, existe una determinada frecuencia para cada modelo y número de móvil, además de ciertas frecuencias reservadas para uso militar.
Otro tipo de microondas, con longitud más pequeña, casi en el umbral de los infrarrojos, es la que utilizan los hornos de microondas, que ya explicaré cómo funcionan en teoría.
Los infrarrojos, cercanos al rojo, son los que transmiten calor. Por ejemplo, ciertos tipos de estufas eléctricas emiten radiación en una serie determinada de frecuencias, para calentar las zonas contiguas.
Después de los infrarrojos, está la luz visible, yendo desde el rojo al violeta y teniendo una longitud de onda que vá desde los 400 hasta los 800 nanómetros. Esta luz es la única que podemos ver.
Posteriormente están los ultravioletas, que son los que provocan que en verano nos pongamos morenos o nos quememos, dependiendo de la cantidad de melanina de nuestra piel y de si nos hayamos echado o no crema.
Finalmente, tenemos los rayos X, que tienen muchas aplicaciones en medicina (generalmente radiografías de varios tipos) y que son cancerígenos a la larga. Por eso los encargados se protegen tras una pantalla protectora.
Hemos dicho que, a menor frecuencia menos dañinas, ¿no? Pues solo hay que comparar la frecuencia de la luz visible con las frecuencias de las microondas que se emplean en las telecomunicaciones para darse cuenta de que estas últimas son menos dañinas que la propia luz visible, en teoría. Al ser menos energéticas, tienen menor poder de penetración y, lo más importante: es mucho más difícil que logren ionizar átomos de las moléculas de ADN, lo cual puede ser una causa de cáncer. Aunque, eso sí, muchos aparatos crean campos magnéticos, entre cuyos efectos podría estar la leucemia. Pero ese ya es otro tema.
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