Bien. Todo el mundo sabe que Greenpeace y muchos otros ecologistas están en contra de las nucleares. ¿Cuál e el motivo? La ignorancia pura y dura, creerse que las nucleares funcionan en la vida real como en los Simpson. Y no deberían, porque la energía nuclear es la única alternativa a corto plazo al petróleo. A largo plazo, están la energía hidroeléctrica, la mareomotriz y la geotérmica, pero actualmente están muy poco desarrolladas.
Hay muchos datos que favorecen la energía nuclear: Escasez de residuos y carencia de éstos a corto plazo, generación de una cantidad de energía del orden de los terawatios-hora (me quedo corto)... El inconveniente que ven ellos es la radiación (ionizante, la otra es luz y calor). En este artículo, se observa que los niveles de radiación en la zona de una central nuclear en estado crítico ni siquiera son mortales. De hecho, para la gente del radio de 30km suponen más o menos la cantidad de radiación obtenida al hacerse algunas radiografías.
El incidente de Fukushima se ha convertido en un argumento para los ecologistas de que la energía nuclear es peligrosa. En cambio, lo que demuestra es que, incluso en un país medio destrozado por un tsunami se puede evitar una fusión del nucleo, si existe una actitud dirigida hacia el bien mayor.
Pero sigamos hablando de la radiación. Contra ella, existen diversas barreras. Una de ellas es la vasija de contención, que evita que la radiación pase al exterior. Todo el uranio (o plutonio) está dentro, junto con las barras de control (que absorben gran parte de los neutrones producidos por la fisión).
El sistema, a su vez, está cerrado por otra barrera de plomo excepto en dos puntos: La cañería de entrada del agua y la cañería de salida del vapor, que se dirige a una turbina muy similar a las de las centrales hidroeléctricas. El agua, pasa muy cerca de la vasija de contención, que ebulliciona el agua.
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